jueves, 12 de enero de 2012

¿DESTINO? ... AUSWITCH


Varsovia: Punto de partida de los trenes con destino a Auswitch.

Hoy que hemos hablado de "La Declaración" creo que es el momento apropiado para dejaros estas imágenes de Polonia.

Y es que el ambiente de La Declaración me ha recordado muchísimo a esa locura que se ha llamado el holocausto judío. Todo un pueblo callando y consintiendo. Queda maravillosamente reflejado en muchas obras tanto de literatura como de la gran pantalla.

Sin embargo, todas esas obras se quedan cortas cuando llegas a Auswitch. Recuerdo que mi viaje estuvo precedido, casi de forma inmediata y sin premeditación, de la lectura de El Niño con el Pijama de Rayas. Para quien haya leído ese pequeño gran libro, no harán falta explicaciones. Para los que no lo hayan leído, sólo decir que está repleto de sentimientos, sensibilidad, crueldad, amistad, falta de razocinio y, a la vez, una gran dosis de humanidad.

Bien, había leído el libro y pensé que cuando llegara a Auswitch la impresión no sería tanta porque el lugar está tan "turistuizado" que habría quedado totalmente fuera de contexto. Sin embargo, llegas a Auswitch y la impresión no es que sea tanta, es que te quedas parado, sin impresión, no sales de tu asombro ante la estupidez humana, ante su crueldad y ante la ceguera del mundo.

Auswitch. Alambrada

Llegas a un campo de un verde asombroso, con unas vías de tren que se interrumpen exactamente en el lugar exacto donde finaliza el trayecto. Qué ironía. Fin de trayecto de tren. Fin de trayecto de muchas vidas con mucho por vivir.

Traspasas esa puerta de hierro ya sin palabras porque te has quedado frío y entras en otro mundo, rodeado de sensaciones que no deseas. Barracones de ladrillo con un aire exterior un poco inglés y que casi hasta te gustan. Pero sólo es fachada. Cuando accedes al interior, los barracones se despojan de esa belleza que le atribuimos a lo viejo y se muestran cual tal son: cárceles para gentes cuyo único delito ha sido nacer en la misma época que un loco.

Y si estos barracones aún se nos antojan horribles, cuando caminas hacia esa otra zona menos privilegiada, nada "inglesa", totalmente rodeada de alambradas de espino para que esos hombres y mujeres sumamente peligrosos no cayeran en la tentación de escapar, te das cuenta que el horror siempre se queda corto.

Entras en una especie de granja para personas, construidas a base de tablones de madera de unos milímetros de grosor y tan grandes que parecen almacenes. Piensas en el frío que sientes, y estás en verano, y ni siquiera eres capaz de imaginar el frío que sentirían aquellas personas en pleno invierno.


Auswitch. Campo de concentración

Callas. Porque el horror es tanto que es mejor no decir nada.

Visitas las dependencias, en las construcciones de ladrillo, por supuesto, en las que han habilitado un "Museo del holocausto". A cada uno le impresionará una cosa en particular. En mi caso, fue el pelo.


Durante días, cuando me acostaba, veía aquella montaña de pelo y pensaba en todos los hombres, mujeres y niños a los que se despojó de su dignidad, de su vida ... y de su pelo para no se sabe muy bien qué ¿Hacer mantas?. Crueldad. Pura y dura. Crueldad.

Y es que cuando el ser humano decide ir contra sí mismo siempre utilizará una excusa que tendrá como base altos ideales. Así, en loor de los mismos, podrá justificar lo que, de otra manera, condenaría.

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