martes, 28 de febrero de 2012

DUBAI

¿EGIPTO?. NO.
CENTRO COMERCIAL EN DUBAI
 Dubai, el sueño convertido en realidad. Dubai, la ciudad cosmopolita y multicultural que ha surgido del desierto. Dubai te enamora.

Todo en Dubai es grande. Las avenidas, los edificios, los centros comerciales ... Cuando viajas a Dubai debes llevar una mente abierta.

La ciudad tiene una rica vida social que se centra, principalmente en torno a los innumerables centros comerciales de los que dispone, pero, cuidado, no podemos imaginar esos centros comerciales a la manera de los centros que nosotros conocemos.

Estos espacios merecen, por sí mismos, una visita. Coges el bus turístico y te deja en el WAFI DUBAI. Increible, parece que el bus ha atravesado la línea del tiempo y del espacio y, por error, en lugar de dejarte en el centro de Dubai, te ha dejado en Abu Simbel, en la avenida de los carneros o dentro de la pirámide. No, no ha pasado nada de esto, sencillamente, te ha dejado en el WAFI MALL DUBAI, es decir, uno de los numerosos centros comerciales de los que dispone Dubai. Este centro, está diseñado a la manera egipcia, por lo que allí te encuentras con una réplica de las construcciones más relevantes de Egipto. En su interior, como en todos los centros comerciales de Dubai, tiendas de primeras marcas que conviven en sintonía con otras más asequibles.

BURJ KALIFA visto desde la entrada al
centro comercial al que da nombre
Si quieres algo más "moderno" y volver a pasar el tunel del tiempo, puedes elegir entre múltiples opciones, la que os presento es la que se encuentra en los alrededores del Burj Kalifa. Por supuesto, el rascacielos más grande del mundo. El rascacielos que Tom Cruise escaló en su última película.

Allí, dentro, puedes ver una impresionante fotografía de Tom Cruise en la pared del Burj Kalifa firmada por él, por supuesto, con silla de director y película de cine incluida.

Destacar que merece la pena subir en menos de 1 minuto a su piso 127 para admirar la enormidad de la nueva Dubai, del terreno ganado al desierto, del esfuerzo en disponer de la tecnología y los medios necesarios para que, en ese espacio natural inhospito, puedan surgir todos los privilegios y ventajas de los que disponen los habitantes de zonas más amables. Campos de golf, jardines, flores en las calles, césped, fuentes, canales ... son algunos de los muchos atractivos que la ciudad ofrece.
TELESILLAS EN LA PISTA DE HIELO
DEL BURJ KALIFA MALL

En el Burj Kalifa Mall puedes encontrar

todo lo que desees y también aquello que no puedes ni imaginar. ¿Que quieres hacer un poco de esquí? En el Burj Kalifa tienes una pista de hielo a tu disposición, ambientada en los paisajes alpinos, con telesillas, muñecos de nieve y todo lo necesario para hacernos olvidad que, fuera, en el espacio abierto, estamos a más de 30º en invierno y, a escasa distancia, se encuentra el desierto.
El despliegue de imaginación es inmenso. No falta un mercado del oro, elegante, al puro estilo árabe, en el que olvidas que, realmente, te encuentras en un centro comercial y no en el mercado del oro de la ciudad vieja.
Si te apetece tomarte algo hay variedad para todos los gustos y bolsillos, desde restaurantes de lujo donde antes de entrar conviene que mires la carta (de precios) hasta las cadenas de comida rápida donde por pocos euros puedes salir con el estómago lleno, y ello pasando por las opciones de comida étnica de cualquier país.

DUBAI MARINA
Hablar de Dubai es, por supuesto, hablar del Manhattan árabe, de rascacielos que se elevan esplendorosos hacia ese cielo azul de Arabia. Hablar de Dubai es admirar the skyline of Dubai. No es extraño, cuando lo ves, que compita en grandiosidad con New York o Manhattan. Auténticos campos de grúas no hacen sino mostrar lo que será Dubai en unos pocos años.

Pero de ese skyline quiero dejaros esta imagen correspondiente a Dubai Marina. Una zona auténticamente cosmopolita donde los rascacielos se elevan desde los canales construidos en sus alrededores. Barcos y yates de placer que navegan por estos brazos de mar que se adentran en la ciudad y en el desierto.
Paseo marítimo inundado de terrazas y restaurantes con cocina de todas las nacionalidades. Realmente es un auténtico placer pasear por Dubai Marina.

BURJ AL ARAB
Y cómo pasar por alto el Burj Al Arab (Torres de los árabes), ese hotel para el que no existen suficientes estrellas en ninguna de las guías que conocemos y que se ha constituido, por sí mismo, en emblema de la ciudad.

Al Burj Al Arab no se accede fácilmente. Es necesario tener reserva previa para poder disfrutar de alguna de sus instalaciones y, por tanto, pagar religiosamente la correspondiente factura. Para que os hagáis una idea, la reserva para una menú tipo bufet en uno de los restaurantes de la parte baja viene costando unos 100 euros. Claro, siempre dependerá de lo que quieras pedir, siempre existe la opción de cenar, o comer, poquito poquito para pagar algo menos.

De que no puedas acceder ya se encargan los guardias de seguridad que hay a la entrada y que controlan escrupulosamente los accesos de manera exclusiva para los clientes del hotel.
TRABAJADORES EN DOWN EN EL DUBAI CREEK
Abandonamos Bur Dubai y nos adentramos en el viejo Dubai, una zona que, aunque no menos cosmopolita, mantiene el sabor de la ciudad vieja.

Por eso, resulta atractivo realizar un pequeño viaje en un down, esas pequeñas embarcaciones utilizadas por los nativos para cruzar el rio Creek.
MUJERES EN UN DOWN EN DUBAI CREEK
Sorprenden varias cosas de Dubai, la imagen de modernidad avanzada en claro contraste con la pervivencia de costumbres antiguas.

Aunque hay que decir que ambos sexos utilizan, mayoritariamente el traje regional. Ellos con la kandura, o dishdasha, de un blanco inmaculado, llevándola con una elegancia de la que sólo ellos pueden hacer gala. Complementan con la guthra (pañuelo) y el agal (cordón) en la cabeza.
Ellas con la abaya (túnica) y la shela (velo), también con una elegancia que nos deja boquiabiertos.
Se agradece su amabilidad. Aquí, hay que decir que la hospitalidad se palpa. Subes al autobús, al metro ... e inmediatamente hay alguien, caballero normalmente, que se levanta para ceder su asiento a la mujer. Sí existen zonas independientes para los hombres y para las mujeres pero, en honor a la verdad, hay que decir que también hay zonas comunes en el transporte público, siendo éstas últimas las utilizadas mayoritamiente.
¿Seguridad? pues ningún problema. Dubai es una de las ciudades más seguras del mundo.

Y limpio. TODO limpio. No ves un papel por la calle, ni una botella, ni una colilla. El mantenimiento de las zonas es constante pero es que, además, no ensucian. Los baños públicos huelen a limpio.
Dubai es para volver. Hoy, aquí, os dejo sólo un pequeño esbozo de lo que ha sido una experiencia inolvidable.




EL VALS LENTO DE LAS TORTUGAS

Aunque la novela petenece a la saga de "Los ojos amarillos de los cocodrilos" no resulta indispensable haber leído la primera novela para inmiscuirse en la trama de este vals.

Reconozco que cuando cayó en mis manos, estuve dándole vueltas al título. Considero que poner título a una obra no es tarea fácil, por eso me gusta analizarlos, pensarlos podría decir. Y claro, sin conocer de la anterior novela más que el enorme éxito que tuvo, me siento obligada a decir que, en este caso, ni siquiera indicaba una aproximación a lo que podría ser la novela; sin embargo, me gustaba.Sugiere algo romántico y quizás encantador pensar en una pareja de tortugas bailando un vals, evidentemente, lento.

Sorprende al principio el perfil casi "monjil" que tiene la protagonista, como también sorprende el cambio que en ella se va produciendo a medida que la novela avanza, con un entramado de personajes diversos y variopintos, todos ellos modificados por el amor, el odio, el rencor, la venganza, el desamor ... pasiones y des-pasiones de la vida que van alterando el caracter y el comportamiento de los personajes.

Todo ello, para entrar en la mente de un asesino en serie.

Personajes diversos, odiosos unos, entrañables otros. Histriónicos y un poco locos otros.

Katherine Pancol me ha gustado por la frescura con la que escribe. Por esa aparente simpleza con la que relaciona determinados aspectos de la vida con cuestiones trascendentales de esa misma vida. El vals lento de las tortugas invita a leer la novela que la precede. Así que habrá que darse una vuelta por el mundo de los cocodrilos, y descubrir que es lo que desvelan esos ojos amarillos con los que Pancol, espero, tan bien habrá sabido pintar el cuadro.

viernes, 10 de febrero de 2012

URUEÑA. VILLA DEL LIBRO

Hacía muchos años que no volvía a Urueña. Creo que desde mis años universitarios. Casi nada. Sin embargo, no hace mucho, tuve el placer de que mi amigo José Luis López me invitara a participar como rapsoda en uno de sus libros (porque son unos cuantos los que ha escrito ¿verdad José Luis?). Un honor para mí, sinceramente.
Y un honor por partida doble, por un lado, porque José Luis me dió la oportunidad de declamar algunos de sus preciosos poemas y, por otro lado, porque disfruté del placer de recorrer, en compañia de buenos amigos, Urueña, la Villa del Libro. Y todos sabemos que no hay mayor placer en esta vida que disfrutar de una buena compañia.


Degustar un exquisito queso de la tierra y refrescar el paladar con un verdejo fresquito mientras compartes tertulia con gentes recias y, sobre todo, honestas no es algo frecuente hoy en día.


Recorrer la villa, despacio, asomándose a esos balcones naturales que relajan la mirada y perderte en el mar de Castilla, ora verde, ora amarillo, ora ocre, pero siempre hermoso, cambiante, envolvente.  ¡Que no tenemos mar en Castilla! ¿y qué falta nos hace cuando disponemos de este océno?

Subir a la muralla y, desde allí, con el viento azotándote la cara, otear el horizonte y contar pueblos, carreteras, pinares, campos, granjas, caminos ... Dejar que el viento
susurre en tus oídos y traiga pasiones, añoranzas, aromas, leyendas de gentes de castilla, recias, leales, luchadoras.


Descubrir palomares vacíos que se mantienen en pie solemnes y cargados de historia, en medio de un campo verde u ocre o amarillo. Campo, al fin y al cabo. Campo que alimenta pasiones, amores, rencillas y desengaños.
Urueña, libro abierto que te deja leer entre sus piedras, entre sus hombres. Urueña, Villa del Libro que se muestra fácil, accesible, gustosa, melosa, cual mujer fácil que deja que la toques, se escabulle, la sueltas y deseas volver a cogerla y retenerla.
Urueña, para no olvidarla. Urueña, para recorrerla. Urueña, para volver a ella.








DE TIERRA DE CAMPOS


EL AUTOR, JOSE LUIS LÓPEZ FERNÁNDEZ, DURANTE
 LA PRESENTACIÓN DE SU LIBRO

Hay libros que están gestados para saborearlos despacio, muy despacio. Para leerlos al amor de la calidez del sol; de ese sol que nos cuentan los poemas. Así está escrito "De Tierra de Campos".

Poesía que nos hace recorrer esta tierra nuestra, tan dura, tan adusta, tan seca pero, a la vez, tan madre.

Poesía que nos traslada a esa tierra que nos vio nacer y a ese agua que nos lleva, tan preciosa, tan preciada ... ganada con sudor y sangre.

Imágenes que son poesía y poesías que son imágenes. Una y otra robadas al pasado y conformando nuestro presente.

Tierra de Campos que nos alimenta y nos cuida. Tierra de Campos que nos da la vida.

Queso viejo de Tierra de Campos. Vino. Licor de dioses que guarda dentro el sol de castilla.

Tierra, queso, vino, agua, hombre ... VIDA. TIERRA DE CAMPOS.

Es un placer para mí hablaros hoy de este pequeño gran libro. Fué un honor que el autor me invitara a participar como rapsoda en su presentación. La sala e-Lean de la Villa del  Libro, en Urueña, fue un marco excepcional para una obra que nos muestra la inmensidad y el corazón de esta minúscula parte de nuestro mundo.

Una pequeña joya que os recomiendo leer. Yo, hoy, lo sigo disfrutando.

"La tierra es como el fuego
que abrasa el corazón,
el corazón que no deja de volver
-desde la añoranza-
y doblarse en arcos de espiga
oreándose a sí mismos
igual que candiles andariegos".

Fragmento de "Añoranza", en el libro "De Tierra de Campos" 




domingo, 5 de febrero de 2012

LA TABLA

Pasamos por la vida, decimos, con un lastre en nuestra mochila. Puede que sea un lastre, no lo se. Lo que si se es que pasamos por la vida agarrados a varias tablas de salvación: la tabla de nuestros amigos, la de nuestra familia, la de nuestro trabajo, la de nuestros vecinos, la de nuestros amores, la de nuestros hijos ...

No nos soltamos de una sin haber puesto nuestra mano en la otra y, muchas veces, más de las que queremos reconocer, sujetamos varias tablas de manera simultánea.

Cuando una tabla nos falla, ya queremos tener otra preparada, lista para recogernos y, si esto no sucede, nos deprimimos, nos sentimos pobres, desqueridos, tristes, innobles, dejamos de entender qué sucede, qué es la vida, qué merecemos ...

¡Nos aportan tanto cada una de esas pequeñas tablas! Y, sin embargo ¡qué poco las cuidamos!. A medida que la utilizamo la tabla se va combando un poquito, otro poquito, otro poquito más, y cada vez que se comba salta una pequeña astilla. Si no la recogemos, la pulimos, la pegamos y enderezamos la tabla, estamos perdiendo un pequeño fragmento de salvación para los malos momentos.

Y lo cierto es que dejamos que se pierdan tantas astillas que podríamos hacer con ellas un enorme barco para que nos recogiera en cada naufragio.

Dejamos que la astilla se pierda y pensamos que da igual, que ya volverá la tabla a enderezarse ¡menudo soy yo!; pero la tabla, obstinada, no se endereza, sígue soportando nuestro peso, un poquito menos, pero soportándolo, y como se trata sólo de unos milímetros y seguimos a flote, pensamos que somos estupendos, que lo hemos conseguido y creemos la ilusión de que nada ha cambiado.
Sin embargo, la ilusión no es más que eso: ilusión. Al cabo de un tiempo otra astilla cae. Y volvemos a tener dos opciones: mirar la astilla, recogerla y arreglar el desaguisado o mirar para otro lado y darla por perdida.

En función de las astillas que tiremos a la basura podremos mantenernos a flote en el futuro, próximo o lejano, pero a flote, porque cada uno de nuestros amigos, amores, hijos, familia ... que forman parte de cada una de nuestras tablas, vendrá a darnos las gracias por no haber permitido que esa astillita quede en su corazón.

Sería bueno que cada uno de nosotros se parara a reflexionar cuántas astillas ha dejado perdidas a lo largo de su vida y analizara, de verdad, si ha merecido la pena o, por el contrario, ha sido un error que ya no puede corregir. A lo mejor, de una reflexión sincera, puede nacer un cambio que nos permita seguir manteniéndonos a flote.