viernes, 21 de junio de 2013

LA GOTA DE LECHE



LA GOTA DE LECHE

Si pensábais en encontraros con una hermosa fotografía de ese líquido blanco que tomamos hasta el fin de nuestros días (salvedades hechas) ya veis que os equivocáis de medio a medio.

La "Gota de Leche", muy al ladito de la "Casa del Niño" son dos instituciones que se localizan en la ciudad de Gijón, en Asturias.

Todos los "niños de mi edad" que vivieron en Gijón, recordarán su paso por ambas, cuando nuestros padres nos llevaban allí para recibir la correspondiente dosis de vacunación que, previsiblemente, nos salvaría de desastrosas enfermedades.
La Gota de Leche es una institución en Gijón y uno de los recuerdos más nítidos de mi niñez. Por eso, no pude evitar hacer un recorrido con mis hijos por lo que un día fueron mis calles, mis lugares, mis sitios ...; esos que tantos y tantos recuerdos dejaron en mí y que marcan, de una u otra manera, nuestro presente, nuestro pasado y nuestro futuro.

EDUCANDO EN LA TOLERANCIA

EDUCANDO EN LA TOLERANCIA


Hoy, sin ir más lejos, estaba yo en una tienda esperando en la cola de la caja para abonar mi compra. En la caja, un hombre joven con una niña de unos 10-13 años en una silla de ruedas y con algún problema de psicomotricidad. Detrás de ellos, e inmediatamente delante de mí, había tres, jóvenes también, gitanillas; pero no tan jóvenes como para no saber qué se hacían, ya que la más joven no bajaba de los 13 y la mayor ya estaba, como dirían ellas, casadera.

El padre, si es que lo era, estaba a lo suyo y, muy digno, se ocupó de pagar y guardar su compra. Mientras tanto, una de las jóvenes que yo tenía delante, se dedicaba a inclinarse sobre la niña en silla de ruedas, mirarla y reírse. Las otras dos acompañantes, riéndose, le decían "niña, eso no se hace", pero ahí es todo.

La cara de póker y te rabia que debí poner, junto a la mirada de incomprensión -por la actitud del trío, evidentemente- de la cajera, fue significativa.

La falta de respeto que algunos colectivos muestran hacia aquellos que no son de su ¿raza? me parece pasmosa. A veces, ante actitudes como esta me pregunto ¿qué hemos hecho mal? ¿no hemos procurado educar en la tolerancia? ¿no hablamos de colectivos desfavorecidos que hay que mimar?

Quizás ahí está la cuestión, hemos mimado a colectivos desfavorecidos, les hemos regalado lo que a otros no les sobraba porque pensábamos que estábamos haciendo algo positivo. Papá estado les ha dado, no sé si lo que era suyo, pero sí lo que ha negado a otros. Y ellos han respondido con la gratitud del que nada le ha costado lo que ha recibido.

Quizás debíamos haber aplicado otra política bien distinta, basada en la independencia; quizás debíamos haber aplicado el proverbio chino "Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enseñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida". Quizás, sólo quizás, si no hubiéramos sido tan complacientes pero sí más didácticos y más exigentes, hoy yo no hubiera visto a una niña de 13 años reírse de otra niña de 13 años mucho, muchísimo más, desamparada que ella y, quizás también, las personas adultas que allí estábamos, hubiéramos tenido la valentía de decir algo que, así, por ser quienes eran, nos callamos.

"No se puede enseñar nada a un hombre; sólo se le puede ayudar a encontrar la respuesta dentro de si mismo."
Galileo Galilei

jueves, 13 de junio de 2013

INFERNO

Dan Brown se mantiene fiel al estilo del Código da Vinci. El profesor Langdon nos va a conducir a través de Florencia, Venecia y Estambul en la búsqueda de un arma biológica cuyo desarrollo se fraguó en la mente de un genio de la ingeniería genética obsesionado con el Inferno de Dante.

Florencia, Venecia, La Divina Comedia, el mapa de Botticelli, Estambul, todo ello aderezado de las adecuadas figuras femeninas (y masculinas) que pretenden recordarnos, aún más, la relación con la trama de La Divina Comedia.

No faltan sectas y sociedades secretas, inframundos que ni siquiera conocemos y mueven los hilos de este mundo.

Una gran dosis de imaginación no siempre acorde con la veracidad histórica.

Suspense no le falta, aunque no siempre logra mantener el nivel suficiente y puede resultar ligeramente pesado (como las malas digestiones). Sin embargo, al final, te das cuenta que nada en la historia es lo que parece.

Langdon, experto simbolista, sin embargo, no llega a la altura que se espera de él después del Código, y no dejas de preguntarte cómo es posible que las altísimas esferas puedan recurrir a un simbolista de tal envergadura para descifrar lo que cuenta la historia.

No es un libro trascendente. Los amantes de Dan Brown y aquellos que quieran una lectura fácil y sin complicaciones podrán disfrutar con la novela.

También los que deseen pasear por las calles de estas magníficas ciudades italianas pueden unirse a la pareja protagonista y dejar volar la imaginación.

Marketing a raudales, desde luego, no le falta.