lunes, 1 de abril de 2013

CINCUENTA SOMBRAS DE GREY

Bueno, pues ya lo he leído. Hace días, la verdad, pero no me decidía a poner el comentario. Dudaba si seré yo la rara o es que últimamente cualquier cosa vale en la literatura que nos venden.

Lo he terminado, eso sí. Pero no porque sea una obra que te enganche y necesites conocer desesperadamente el final. La acabé porque soy incapaz de dejar un libro a medias. Igual que leeré los restantes. Porque me los han regalado y también soy incapaz de tener un libro en casa que no haya sido sometido a lectura.

A lo que vamos. Si tuviera que comprarlo, ya os adelanto que no lo haría. Me ha parecido insulso y bastante mal escrito. Aún sigo indagando porqué algunos lo comparan con Drácula de Bran Stocker. Ya quisiera E.L. James tener tanta altura.

No entiendo cómo puede ser un éxito de ventas entre el género femenino. O las mujeres somos estúpidas o no hemos avanzado nada a pesar de las políticas de igualdad y no violencia. Un libro que basa su éxito en las relacionas sadomasoquistas propiciadas por el protagonista y a las que accede su pareja (chica pura, casta, inocente , virgen, ñoña e insegura hasta la saciedad) en aras del amor, debería hacernos pensar en la razón por la que tantas mujeres no denuncian la violencia y se convierten en consentidoras.

La hipocresía de la sociedad. La hipocresía de la mujer.

Claro, que la pareja de las mujeres maltratadas no será el superatractivo R. Grey, tan forrado de dolares que insulta pensar lo que gana en una hora. Por supuesto, tampoco su pareja estará revestida de ese halo de casi beatífica santidad con el que la autora nos muestra a Grey y hace que casi olvides que lo que le gusta es el maso.

Ah, olvidaba que es que ella consiente y que él sólo llega hasta "su" límite del dolor. Cada uno es libre de elegir el sexo que desee, pero que estas paginas se hayan convertido en un éxito de ventas y, a lo que se ve, en un futuro éxito cinematográfico, puede que refleje bastante bien el vacío de la sociedad en la que nos movemos.

Si las campañas de "no violencia de género" se trucaran en campañas de "por amor, resiste", seguramente todas las mujeres, y muchos hombres, alzaríamos la voz porque considerarlo un insulto. Pero en Cincuenta sombras bailamos al lado contrario. Hipócritas.

Acabé harta de "la diosa que llevo dentro", del "controlador", del "no te muerdas el labio" y otras expresiones que además de repetitivas resultan totalmente ñoñas encuadradas en el duro contexto que se pretende.

Desde mi punto de vista, esta novela ni siquiera se encuadra dentro del género de "literatura erótica", en el que hay muy buenas y excelentes obras, e incluirlo dentro del mismo por el único hecho de que se llenan más de 300 paginas hablando de sexo,de manera repetitiva, previsible y sin más aliciente que el hablar de sexo, no le hace ningún favor a un género literario con personalidad propia.

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