martes, 31 de enero de 2012

Y DE MADRID ... AL CIELO

El Retiro. Palacio de Cristal. Exterior
Pasear por Madrid es un placer.  No importa la época del año, la estación, la temperatura, casi diría que no importa ni siquiera la compañía aunque, evidentemente, si paseas por Madrid en buena compañia, tanto mejor.

Volver a Madrid es volver a un reencuentro desconocido. No hay viaje en el que esta villa no muestre una pequeña parte desconocida para mi.

Siempre digo que no me gusta vivir en Madrid pero ¡Dios, ... como me gusta ir a Madrid!.

El Retiro te permite olvidar los coches, las avenidas, la urbe y te sumerge en un remanso de paz donde todo está permitido, también divertirse y descansar la vista.

Muchos son los puntos que no deben perderse del Retiro pero el Palacio de Cristal es una de esas pequeñas joyas que merecen el paseo y el cafelito.

Bóveda celesta en la exposición "Escrito en los cuerpos celestes",
de Soledad Sevilla
Un Palacio de Cristal que nos da una visión bien distinta cuando franqueamos sus puertas. La exposición de Soledad Sevilla (sí, tocaya) "Escrito en los cuerpos celestes" nos sumerge en un mundo distinto, donde la luz de Madrid traspasa una bóveda celeste de un azul no tan límpido como el de Madrid, pero sí tan añil como el mediterráneo. Quién fuera planta en el Palacio y viviera bajo esta bóveda estrellada en las noches del Retiro. Estrellada de signos, de letras, de admiraciones, de acentos, de todo lo que hace posible que esta especie humana a veces tan tonta pueda generar comunicación y entendimiento. 

De Madrid ... al cielo. A un cielo azul, límpido, luminoso ... A un cielo que te envuelve en el encanto de sus jardines, de su arte, de su cosmopolitismo.

Entras al Palacio de Cristal después de un paseito por el Retiro. Sales del Palacio de Cristal con una noche admirada a pleno sol, dejas el observatorio astronómico mental detrás y te dirijes hacia cualquier punto que te permita descansar la mente y dejar que asienten todas las letras escritas en el cielo. Te tomas un cafelito en cualquier divina terraza y aprovechas para absorver los rayos del sol de enero.

Estás ahí 15 minutos, 30, 40 lo que quieras. Y después, vuelves despacito a recorrer el paseo que te saca del Retiro. Hasta la vuelta.

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