Acabamos de entrar, tan sólo hace 10 minutos, en la noche mágica: mágica porque hoy, cuando anochezca y todos estemos dulcemente dormidos, entrarán por la ventana sus majestades los Reyes Magos de Oriente. No nos traerán incienso, ni oro ni mirra, y menos en los tiempos que corren, pero vendrán cargados de ilusión y esperanza para niños y adultos.
Mágica porque hoy, ha sido este misterioso invento moderno el que ha hecho posible que un poquito de lo que se me ha ido esté aquí conmigo. Mágica porque mi nuevo seguidor en Chile ni es nuevo ni es chileno.
Roscón de Reyes. León (Spain) |
Y ya por la noche miraremos los paquetes de regalos que dejamos junto al árbol pero resistiremos la tentación de mirar y ver de quién y para quién. Esperaremos a la mañana del día 6, recién levantados, con el pijama aún puesto, para abrir e inmortalizar unos regalos que tienen más valor de amor y de tradición que de precio en sí mismo.
Después, os invitamos a compartir un reconfortante desayuno en el que abriremos el roscón, siempre buscando el haba y la figura, aunque siempre pague el mismo ¿sabes que guardamos todas las figuritas del roscón y las colocamos en un lugar especial en la casa?
Os esperamos a las 10 del día 6 para compartir mesa.
Y como esta entrada está escrita para Chile, quiero cerrarla con un precioso pedacito de la letra de una canción que deberíamos aplicar a cada segundo de nuestras únicas y preciadas vidas:
"Tenemos la mala costumbre de querer a medias,
de no mostrar lo que sentimos a los que están cerca,
tenemos la mala costumbre de echar en falta lo que amamos,
sólo cuando lo perdemos es cuando añoramos.
Tenemos la mala costumbre de perder el tiempo,
buscando tantas metas falsas tantos falsos sueños,
tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que en verdad importa,
y sólo entonces te das cuenta de cuántas cosas hay que sobran."
Fragmento de "La Mala Costumbre", de Pastora Soler
Como un tributo más al modernismo que nos ha invadido, se abandonó lo de los Reyes Magos. Su lugar fué suplantado por el Papá Noel, gordo él también. Cuántos recuerdos y costumbres hermosas están tristemente arrinconadas en los trasteros.
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