jueves, 24 de noviembre de 2011

LUXOR - EGIPTO: CONTINUA LA PASIÓN

LUXOR - EGIPTO: CONTINUA LA PASIÓN

26-06-2007: Luxor - Esna

Nos levantamos pronto, a las 4:30. Desayunamos y salimos hacia Karnak para visitar el templo de Amon Ra.
A la llegada al templo la visión, de un lado, del conjunto de Karnak y del otro, una docena de globos suspendidos en el aire. Que envidia sentí de las personas que estaban viendo Tebas y el Nilo desde esa perspectiva.

El templo, el complejo templario de Karnak, es tan impresionante como el de Luxor. No sabría decir cuál es más bello. Se conservan tan maravillosamente bien que es difícil no imaginarlos en todo su esplendor.

Esas columnas grandes, enormes, magníficas, dejan constancia de la civilización que las construyó.

Todas escritas, todas un libro que nos habla del pasado. De un pasado que es historia presente porque somos una parte de esas civilizaciones que nos precedieron.

Si ayer nos recibía la avenida de las esfinges, hoy es la de los carneros la que da acceso al templo. De nuevo Horemheb deja constancia de su paso por el mundo en el segundo pilono que da acceso al templo. Qué magnífica tuvo que ser la infraestructura de los dos templos, Luxor y Karnak, unidos por estas avenidas, hoy desaparecidas en su mayor parte o bajo los cimientos de las casas que se ubican en el espacio que une los dos emplazamientos. Es por eso que de la antigua Tebas, la ciudad de las cien puertas, nos es desconocido su urbanismo. Sólo cabe imaginársela en toda su grandeza y esplendor a través de las representaciones, riquísimas y concretas, que vemos en sus templos y tumbas. Por eso, precisamente, la clépsidra cae demasiado rápida al pasear entre su historia. Nos falta tiempo, nos falta tiempo ... es mucho lo que hay que ver.

Ramsés II y su esposa Nefertari se nos muestran enormes.

La majestuosidad de la sala hipóstila, con sus 122 columnas, es impresionante. Cualquier intento de describirla por mi parte la ensombrecería. Hay que verla. Nada más. Y pasear la mirada por la belleza del relieve y las inscripciones de sus jeroglíficos, en los que tantas historias y tanta historia se contiene.

Los obeliscos de Hatshepsut, la “primera feminista de Egipto” como dice nuestro guía, Hesahm, aunque fuera una gran usurpadora y su hijastro se encargara de ocultar su obra y su recuerdo, son soberbios.

Por supuesto, una vuelta alrededor del escarabajo sagrado. Si los antiguos egipcios creían que les traería suerte ¿porqué no probar nosotros?. La vida es un círculo y no sabemos de la importancia de cada pequeño punto en ese círculo. Eso sí, una vuelta, no 7, que el calor era apremiante y el escarabajo sagrado lo mismo atenderá nuestra petición con 1 que con 7.
El lago sagrado, ese de aguas cristalinas y puras en el que el dios y los mismos faraones y sacerdotes se sumergían para la purificación, ha sido una gran decepción. Seguramente era hermoso en la época faraónica pero hoy carece de belleza propia y externa. Es mucho lo que aún queda por rehabilitar y mucho lo que hay que invertir en este país para conservar las maravillas de las que es poseedor.

Aquí, en este emplazamiento sagrado, gran capital del Egipto faraónico y lugar de origen del dios Amón, me hice la foto de la web, porque consideré que cualquier lugar de Egipto es propicio para ese fin. Pero Karnak tiene algo mágico y, de alguna manera, llevaríamos la magia de y a todos los amantes de Egipto.
Después de Karnak pensábamos ir al Valle de los Reyes en taxi, pero nos informaron en el bus que el barco cambiaba de lugar de amarre y optamos por ir con la excursión organizada. No es que fuera una barbaridad el precio, por supuesto, pero hubiéramos preferido hacerla por nuestra cuenta, sobre todo porque llevaba las indicaciones de RamsésMurcia y pensaba utilizarlas.

Antonio, cristiano, habrá estado al acecho de que apareciéramos, pero no ha podido ser. Menos mal que no habíamos concretado ni hora ni precio, ni nada y simplemente quedamos en buscarlo cuando decidiéramos ir al Valle de los Reyes.

Esto significaba que abandonábamos Tebas, la ciudad sagrada, la cuna de Amón, sin mayor despedida que la vista desde el autocar. Con la despedida, la certeza de que el tiempo en Tebas fue escaso y se hará necesario volver.

Los Colosos de Memnon, únicos restos de la entrada al templo de Amenofis III, me han sorprendido, ya que esperaba verlos más destruidos de lo que están y me ha alegrado gratamente ver que aún conservan restos de escritura en sus laterales.

Desierto, sol y calor hacia el Valle de los Reyes, en Deir el-Bahari, ¿cómo se les ocurriría venir a este lugar tan lejano e inhóspito a enterrarse?. Bueno, el porqué parece que fue claro y que funcionó: evitar el saqueo sistemático de las tumbas. Pero solo de pensar en los trabajadores de las tumbas da escalofríos.

Se agradece viajar en autocar con aire acondicionado. De haber cogido un taxi sin aire acondicionado, no sé si habríamos llegado. Más de 50º tienen la culpa.

En el camino hacia el Valle de los Reyes, toda la carretera se encuentra surcada de pueblecitos con tiendas de fachada vistosa, toda coloreada y dibujada, en la que se ofrecen a la venta productos “típicos”: papiros, alabastro ... y, por supuesto, la vista de la casa de Howard Carter, artífice de que el mundo conozca a Tut-anj-Amón (Tutankhamon), ex - habitante de la tumba nº 62.

En el Valle de los Reyes tienen unos “trenecitos” que te llevan desde la entrada hasta el punto en el que se inician las tumbas. Aquí, a la sombra, y con un calor de mil demonios, Hesahm nos explicó el lugar que visitábamos y nos aconsejó sobre qué tumbas ver, ya que con la entrada normal sólo es posible visitar 3 de las 62 tumbas que existen y de las 34 visitables. Aunque todos íbamos pensando en ver la tumba de Tut él nos dijo que no merecía la pena, ya que estaba totalmente vacía y que era mejor ver una tumba terminada, una abandonada, sin terminar, y otra tumba sin restaurar.

Así lo hicimos. Vimos la tumba de Ramsés IV, la de Ramsés III y la de Meneptah El interior de las tumbas es francamente maravilloso. El aire es denso y el calor del exterior no se ve reducido por el hecho de estar excavadas en la roca. Entras en la tumba y empiezas a sudar pero ya no ves más que las maravillosas pinturas que decoran sus pasillos con escenas del Libro del Amduat, una guía para el viaje al Más Allá. Entonces sólo quieres absorber esas imágenes, guardarlas para siempre en tu cerebro y no te cansas de embeberte de ellas. La visita se hace corta, extremadamente corta. Y el número de tumbas extremadamente escaso. Hay que verlas todas, sin excepción. La verdad es que las agencias ajustan el tiempo que te dan para que veas esas tres tumbas y poco más.

En la tumba de Seti I hay una sala inacabada con esbozos de pinturas, es muy ilustrativo para saber cómo se preparaban las paredes para las pinturas.

Todas las tumbas son de una gran belleza, aunque el ambiente interior es irrespirable: una atmósfera densa, húmeda, de un calor asfixiante. No es extraño que hayan cubierto la mayor parte de las paredes con cristales que las protegen, principalmente, de los “tocamientos” de los turistas.

No permiten hacer fotos en el interior de las tumbas salvo con permiso especial y sin flash, pero los vigilantes, por unas pocas libras egipcias te permiten sacar las fotos que quieras. Evidentemente, y para ser coherentes con nuestros principios, no hicimos ni una sola fotografía, ni siquiera sin flash.

Me encantó el Valle, pero creo que aquí el sol empezó a hacer mella en mi cabecita.

Después del Valle de los Reyes, fuimos al Templo de Hatshepsut en bus, muy cerquita, también en Deir el-Bahari. Al llegar allí las explicaciones dentro del bus para que no nos derritiéramos.

Hatshepsut, la primera “feminista” egipcia, se mandó construir un magnífico templo con terrazas en una simbiosis perfecta con el medio en el que se encuentra; excavado en parte en la roca impresionan las dimensiones y la linealidad de sus formas. Las rampas de acceso, sobre todo la primera, cuando ves por primera vez el templo, te hacen sentir que realmente es una escalada hacia el cielo.

También aquí te llevan desde el acceso al Templo en el famoso trenecito ¡Qué fortuna, por Dios! Porque si hubiéramos tenido que hacerlo andando yo no sé si habría llegado.

Estábamos a más 50º y sólo de ver las escaleras de acceso a los distintos niveles del templo piensas: ahí no llego.

Pues llegamos sólo hasta el primer nivel, no más. Y ya fue bastante.

Calor, agua, unas cuántas fotografías y de vuelta al autocar.

No nos detuvimos en el mercadillo que había frente a la parada de los autocares, aunque allí todo el mundo te abordaba para que le compraras algo. Los guías nos advirtieron de varios timos, uno de ellos el cambio de monedas de euro por billetes de 10 euros. Te cuentan los 10 euros en la mano pero, sin saber como lo hacen, cuando desaparecen con el billete de 10 euros y vuelves a contar las monedas, sólo tienes 7.

De todas maneras, no es de extrañar tanta picaresca cuando nosotros mismos lo potenciamos.

A mitad de trayecto de regreso al barco empecé a sentirme mal. El aire acondicionado se me hacía caliente y por más que me abanicaba seguía encontrándome mal y tenía un calor de mil demonios. Empecé a sudar y el estómago se me revolvió. Al fin, vomité todo el agua que había bebido. Cuando llegamos al barco enseguida el guía nos dio un paraguas para cubrirme del sol y una compañera de viaje me acompañó a los aseos del barco, donde me metió la cabeza debajo del grifo. En fin, que dije que me encontraba mejor subí al camarote y pusimos el aire acondicionado a tope. Sinceramente, seguía encontrándome fatal. Tenía calor y frío. Volví a vomitar y no pude bajar a comer. Me metí en la cama, con las cortinas abiertas (porque no era plan de navegar por el Nilo sin enterarme de lo que pasaba) y de vez en cuando abría el ojo y miraba ese espectáculo alucinante que se abría ante mí. Y sólo pensaba: no puede ser ...  navegando por el Nilo y yo sin poder moverme.

En fin, que fue un golpe de calor. De eso me di cuenta, y me dijeron, más tarde, porque en esos momentos no estaba yo para pensar en nada.

Cuando por fin consideré que me encontraba mejor y ya no vomitaba, pues ... me levanté, abrí el grifo y esperé a que el agua saliera fría. Bueno, la verdad es que comprobé que no me había equivocado con la posición del grifo, porque el agua salía caliente, así que me mojé de nuevo la cabeza, me puse el bañador y fui directa a la piscina. Fue entrar y salir, pero el agua estaba más fresca que la del grifo, así que me sumergí entera, cabeza incluida. Después del refrescón en el agua bajé, bien mojadita, al bar del Kon-Tiki, donde ofrecían un té y unas pastas. Tomé el té a sorbitos y dos pastas muy despacito, muy despacito, porque aún rondaban las náuseas y no había apetito. Era cuestión de cuidarse para continuar no de volver a enfermar, porque no va una a Egipto para meterse en la cama, evidentemente.

Me senté a la mesa de otras personas del grupo a las que casi no conocía, pero que se convirtieron en las compañeras ideales de viaje y me uní a su conversación. Así conocí a Carmen, Pilar y Mireia. Las primeras viajaban con sus hijos, con los que rápidamente Raquel había trabado amistad, y la última viajaba sola por Egipto en un tour más amplio que el nuestro y totalmente apasionante.


Realmente es todo un negocio y un arte el de la venta en el Nilo. Las motonaves están paradas y ellos, mientras tanto, se acercan con sus pequeñas bascas cargadas de mercancía. Te llaman desde la barca: “María”, “Carmen” .... lo que mejor convenga en cada ocasión, y te tiran las chilabas dentro de bolsas de plástico.
A partir de ahí, comienza el regateo. Tu pides otro modelo, otro color, otro precio. Ellos te tiran otro modelo, otro color y el mismo precio. Subes la oferta y bajan el precio y así hasta que, al final, se llega al acuerdo.

Tu devuelves lo que no quieres y los euros en una bolsa.

Ellos te llaman “amiga” y continúan con el siguiente cliente o con el mismo, que da igual.
Me impresionó su capacidad de venta, su psicología y lo bien que nos “calaban” en cuanto abríamos la boca. Pero hubo más cosas que llamaron mi atención, de ellos y de nosotros. Me explico: Yo, como buena castellana que soy, pues ni idea de regateo, simplemente valoro si es justo el precio y directamente ofrezco lo que creo justo. De nada me sirvieron los consejos de viajaraegipto, pues siempre caía en el mismo error.

Pues bien, ellos vieron esto inmediatamente con la alfombra, porque las chilabas las negoció Carmen. Pero las alfombras, que queríamos una cada una, enseguida dijo el chico: No, tu no ... ella. Bueno, pues al final subí un poco el precio pero en el rifi-rafe del regateo, mi compañera de viaje le ofreció un precio que hasta a mí me pareció insultante, porque además se lo bajó.

Cuando el muchacho lo oyó, la cara le cambió totalmente de expresión. Fue una mirada de un segundo, pero observé desprecio absoluto, y no lo culpo. Entonces hizo una especie de corte de mangas y le dijo: “Si ... y 6 camelllos”.


Hago este comentario porque, en ese preciso momento, creí percibir que el tema de los camellos, tan manido entre el turista que va a Egipto, no deja de ser un tópico que conocen muy bien y que, por lo tanto, utilizan hábilmente. Quizás me equivoque, pero ellos cambian por camellos como nosotros, los españoles, somos todos toreros para el resto de Europa y América.

Bueno, pues en este punto había que distendir la tensión porque estaba realmente ofendido, así que le miré a esos ojos maravillosos que tenía, reí y le subí un poco la oferta. Una maravillosa sonrisa y 2 alfombras de lana de camello, preciosas, ¿anilizaron? a nuestros pies.

Por cierto, cuando les decía que era de León, ellos siempre pensaban en Lyon y, claro ¿qué hacía yo, de Lyon, hablando este español y entre españoles?. Invariablemente siempre tuve que explicar que era de León, de España, no de Lyon de Francia.

La cena, por lo que vi, que no probé, estupenda, dado que casi no pude cenar porque las náuseas seguían conmigo, pero bendita Coca-Cola que empezó a ser habitual en mis comidas y descansos “excusioniles”. Sin embargo, soy feliz y las molestias quedan totalmente compensadas con lo que Egipto me ofrece. Hablo de mí pero, realmente, somos felices todos. A ninguno se nos ha pasado por la cabeza que para qué hemos venido o que nos hemos equivocado. 
De las riberas del Nilo hablaré mañana, porque merecen tanto comentario como cualquier otro lugar de Egipto. Sólo señalar que el viaje en este crucero es de una calma y una tranquilidad absolutamente embriagadoras. Si quieres juerga la tienes. Si quieres calma la tienes. Si quieres simplemente mirar y meditar: o dejas vagar tu vista por el ventanal de tu camarote o subes a la cubierta y te sumerges en el aire de la noche, de Egipto y del Nilo. Todo lo demás, lo pones tú.

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