lunes, 21 de noviembre de 2011

LA VIE EN ROSE

 LA VIE EN ROSE

Qué mejor lugar que el Bastión de los Pescadores, frente al imponente Parlamento, para degustar una cerveza descansando del magnífico Budapest. Qué mejor sitio para relajar la mirada y, en la mejor compañía,  dejar vagar la imaginación por calles, plazas, ríos, callejas, noches, danzas, familias, niños, mayores ... Budapest.

Desde ese día, La vie en rose se ha convertido en mi canción. Dicen que todas las parejas tienen una canción que les hace recordar un momento especial.

Desde ese día, La vie en rose es mi canción.

Unos músicos callejeros de dedos prodigiosos, de voz estupenda, de sonrisa algo más que agradable, participaron de la invitación a obsequiarme con esa deliciosa canción. Ellos fueron los artífices de hacerme sonreir, sonrojar y casi llorar de emoción.

Y es que, ese día, La vie en rose sonó sólo y exclusivamente para mí; en mi honor. Y aún hoy, cuando lo recuerdo, me emociono de tal manera que debo contener las lágrimas.

Fué un viaje maravilloso que se vió completado con otras muchas anécdotas, detalles y vivencias que espero no olvidar nunca; a lo más, si eso sucede, tengo la convicción de que esos recuerdos estarán alojados en un rinconcito de mi memoria especialmente protegido contra toda enfermedad.

Y es que, si yo no pudiera recordar, siempre habrá alguien -hombre o mujer, da igual- que sentirá por La vie en rose la melancolía, el amor y la nostalgia que a mí me hizo sentir. En ese hombre, o en esa mujer, vivirán mis recuerdos perdidos y, por lo tanto, reencontrados.

Bailes nocturnos en las orillas del río, a los sones de la música zíngara, llenos de amor y cariño, con familias enteras disfrutando de la vida ¡Qué envidia ver ese placer de vivir!.

Hoy, a ellos les dedico la página de mi blog. A ellos y a ese hombre que hizo posible que alguien cantara esa canción para mí. Porque, entre unos y otros, fueron capaces de hacerme sentir la ternura de la vida y el calor de la pasión.




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