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De cualquier manera, quiero intentarlo.
Pasear por los Emiratos es ver hombres y mujeres vistiendo el traje regional con un orgullo y una elegancia que para muchos de nosotros quisiéramos. Nunca he visto a tantas mujeres de negro de las que no puedes por menos de asombrarte por su belleza: exquisitamente maquilladas, con un porte digno de una reina, te das cuenta que la mujer está presente de manera activa en la vida cotidiana.
Sin embargo, los occidentales no estamos acostumbrados a realizar valoraciones positivas de este vestido; para nosotros, no deja de ser una forma de esclavitud.
Así que, insisto, lo único que cuento es lo que ví.
Y vi hombres y mujeres luciendo el traje típico.
Mujeres paseando solas por las calles, tomando café o refrescos; comiendo en restaurantes de todo tipo, VIP y de comida rápida.
Mujeres perfectamente maquilladas, con andares elegantes; con clase.
Mujeres en un país de hombres.
Y aunque mucho menos, y cierto que en zonas más "deprimidas", vi mujeres que añadían el burka a su vestimenta. Mujeres sobre las que te preguntas ¿cómo comerán, cómo hablarán, cómo besarán a sus hijos?
Omar. Mujer con máscara |
En estos centros, siempre llenos de colegiales de ambos sexos, puedes hacer un recorrido por la historia del vestido del país y ves, que no aprendes, a diferenciar unos de otros en función de los "clanes".
También aquí puedes ser recibido por hombres y mujeres con la indumentaria que aparece en la fotografía. Indumentaria que, si bien en los hombres no nos resulta tan agresiva, en el caso de la mujer, como puede observarse, es bien distinto.
De que la mujer es importante en esa sociedad no me cabe duda. Lo palpas en la publicidad y la vida de la calle. Pero también en el respeto de la sociedad por las costumbres de los occidentales. Nunca un mal gesto, un desprecio, una mirada hostil ... y vive dios que vi de todo: desde la occidental en tirantes minúsculos con pantalón/braguita que luce palmito al sol de febrero en el desierto, la que olvida que visita un país islámico y se viste como si fuera a la piscina particular de su casa, a la que viste en los emiratos como vestiría en su casa o en su trabajo ... ni para una ni para otra algo desagradable; al contrario, la amabilidad, la hospitalidad y la sonrisa a flor de piel, sin pedirla, sin mendigarla.
Mezquita de Sheikh Zayed. Abu Dhabi |
Eso sí, si visitas una mezquita, te atienes a las reglas o no entras. Cada mezquita tiene las suyas. Unas son más estrictas. Otras lo son menos. En todas, sin excepción, entras con el velo. En todas, sin excepción, hombres y mujeres dejan sus zapatos a la puerta.
Mezquita de Sheikh Zayed. Abu Dhabi |
Por lo demás, puedes pasear libremente por ellas para fotografiar y admirar el esplendor equilibrado que sólo da la riqueza. Nada de sitios tristes, oscuros, lúgubres. Espacios llenos de luz y armonía. Hay que reconocerlo. Espacios que invitan a sentarse sólo y reflexionar.
El contraste. Quizás es la palabra que define más claramente lo que ves. El contraste entre los mundos que conviven, con sus culturas, sus religiones, sus tradiciones, sus evoluciones, sus maneras de avanzar y de quedar detenidos en el pasado. Convivencia. Contraste. Tolerancia.
En dos culturas tan distintas como la árabe y la occidental, esta escueta mirada a los emiratos ha sido capaz de abrir la puerta a una hermosa esperanza de futuro entre dos mundos siempre tan distintos y enfrentados.
Creo que en las zonas urbanas no tendrá que pasar mucho tiempo pàra que sus costumbres, en parte, se occidentalicen. En parte, porque tampoco deben olvidar y dejar totalmente su pasado.
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