Navidad, Año Nuevo, Reyes ...
Buenos deseos por parte de todos.
Esperanza compartida.
Necesidad imperiosa de creer que, realmente, todo va a cambiar.
Mientras tanto, los Reyes llegan pobres a los hogares.
Los comercios se resienten de la compra de Sus Majestades.
Los niños están sensibilizados con la palabra "crisis" y, en ese idioma mundial y sincero que es el de los niños, escriben en sus cartas "... de los tres regalos que os pido, mirar a ver si podéis traerme, al menos, dos ...".
Y los Reyes cumplen.
Porque, a pesar de todo, de la crisis, de las mentiras, de la esperanza, de la desesperanza ... siguen creyendo que la ilusión de un niño sigue siendo lo primero.
Y cumplen. Con menos presupuesto, por supuesto. Con regalos más económicos, por supuesto. Pero sabiendo que, en el mundo de los niños, un regalo es un regalo, cueste lo que cueste y sea lo que sea. Es un regalo.
Por eso los Reyes seguirán cumpliendo, cada año, como siempre, digan lo que digan los economistas, los políticos o los responsables de que este mundo vaya como va. Porque ellos, como siempre, son sinónimo de ilusión.
Si los sueños y la mirada inocente e incrédula de un niño tuviera un precio, hoy, en Reyes, la crisis habría tocado el final.
La ilusión de los niños por los regalos de los Reyes Magos queda grabada a fuego en su memoria, y es imborrable en el resto de su vida.
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