Magnífica novela victoriana ambientada en la Inglaterra del XIX. El asesinato de Lucas Trendle será el hilo conductor que nos llevará a los entresijos, misterios, miserias, secretos y vanidades de la familia Tandsor. Y una obsesión. Una maldita obsesión en el personaje principal que le llevará a articular toda su vida en torno a la misma.
Los personajes se mueven en amores imposibles. Eternos unas veces, imposibles otras y traidores otras. La personalidad de los protagonistas se muestra a través de sus acciones. A unos los adoras y a otros los odias. En cierto sentido, el personaje odioso que se convierte en la obsesión de Glyver (el protagonista) me recuerda un poco a lo que sientes en "El talento de Mr. Ripley".
Realmente, todos los días nos encontramos con personas odiosas y crueles que, sin embargo, tienen un don especial para poner cara de ángel y hacer ver a los demás lo maravillosos que son y lo mal que los trata la vida.
Phoebus R. Daunt es así. En cierta medida, cuanto más te adentras en la novela, más entiendes que se haya convertido en la maldita obsesión de Glyver.
Glyver, en busca de su identidad. Glyver, a quien todo le fue robado. Glyver, inteligente, astuto, encantador, galante ... y capaz de cualquier cosa por recuperar lo que le fue robado.
El autor utiliza el recurso de presentar la novela como si se tratara de un trabajo académico de autor desconocido. Así, nos hace la presentación su editor, que explica cómo ha llegado a sus manos un manuscrito del siglo XIX que prácticamente no ha tenido que tocar. Toda la obra está plagada de notas del editor con aclaraciones al texto, bien históricas como de ubicación física de locales, calles, teatros...
Valor añadido le otorga la excelencia de la narrativa, los diálogos, la trama, las descripciones de escenarios y personajes... Palpas esa niebla en el Támesis del Londres victoriano, hueles los fumaderos de opio y ves pasear a las prostitutas por los barrios bajos.
Bien es cierto que ya desde las primeras páginas conoces el desenlace final. Pero aún así, la cuestión no es tanto cuál será el desenlace como el porqué de ese desenlace. Y es eso, precisamente, lo que impide que dejes la novela.